Los videojuegos, a pesar de ser principalmente una fuente de entretenimiento, rara vez han sido un negocio para los usuarios. Algunos pocos pasan el día completo jugando, al participar en los esports y solo si son muy buenos, tienen la posibilidad de ganar dinero, aunque esta minoría es del 0,01% de jugadores.

Sin embargo, a finales de 2020 y principios de 2021, surgió Axie Infinity. Este juego de estrategia por turnos es poco innovador en jugabilidad, experiencia, además de gráficamente discreto. Aunque no es aburrido ni especialmente divertido, su diferencia radicaba en el uso de tecnología blockchain y criptomonedas para permitir que los jugadores ganaran dinero.

Este juego se convirtió en un salvavidas para millones de personas que vivían en países económicamente devastados. De repente, empezaron a ganar más dinero al mes que muchos trabajadores que eran explotados en condiciones laborales precarias. Filipinas, por ejemplo, experimentó esto mientras sufrió restricciones de libertades que afectaron la vida de la ciudadanía por la pandemia, lo cual hacía la situación mas crítica aún.

En ese momento, los jugadores no solo ganaban un salario por jugar, sino que también empezaban a comprender la Web3, el Internet del valor y la propiedad digital. Descubrieron que podían ganar NFTs, contratos inteligentes con apariencia de criaturas redondas con pelo y superpoderes, y se permitía reproducirlos, venderlos o incluso alquilarlos.

Si bien esto fue sostenible durante algunos meses, el juego dejó de ser económicamente viable, y el mercado cripto bajista contribuyó a la percepción de los juegos basados en Web3 o blockchain como estafas.

Al margen de la diversidad de juegos, algunos de los cuales mantuvieron su viabilidad económica por meses o semanas (recuerdo Cryptoblades, que generó ganancias diarias de cientos de dólares durante las 5 o 6 semanas que fue viable) o incluso días u horas, es crucial reconocer que no todos los proyectos fallidos fueron concebidos con malas intenciones.

El nuevo paradigma del Gaming

En este nuevo paradigma, los usuarios se encontraron con la posibilidad de generar ingresos a través de los videojuegos sin la necesidad de dedicar todo el día para alcanzar la maestría, permitiendo a jugadores de todos los niveles obtener ganancias por el tiempo invertido, incluso aquellos menos habilidosos.

Es fascinante considerar cómo juegos aparentemente poco innovadores, con gráficos modestos y una experiencia generalmente aburrida, desencadenaron una revolución. Ancianos, adultos de mediana edad, jóvenes y niños no solo se sumergieron en la diversión lúdica, sino que también participaron activamente en una economía global, transformando sus vidas al generar ingresos adicionales. Este fenómeno revela la democratización del acceso a oportunidades económicas dentro del ámbito de los videojuegos.

Ahora bien, al proyectar el futuro, es intrigante reflexionar sobre el potencial impacto cuando surjan videojuegos basados en la tecnología Web3 innovadores, con gráficos excepcionales y experiencias sumamente atractivas. Estos juegos no solo podrían mantener economías activas más eficientes, sino que también ofrecerían a millones de usuarios la posibilidad de generar ingresos de manera más sostenible en comparación con casos como Axie Infinity, que experimentó una efervescencia económica de corta duración. Parece solo cuestión de tiempo.

Esta evolución podría generar modelos económicos más sólidos, ofreciendo oportunidades de ingresos a largo plazo para los participantes en el ecosistema de videojuegos. Estamos ante un panorama fascinante donde la tecnología Web3 y los NFTs no solo transforman la manera en que disfrutamos de los videojuegos, sino también la forma en que generamos ingresos. 

Los próximos años serán cruciales, y creo que antes de 2030 ya serán realidad algunos de estos juegos. Quizás dentro de 20 años miremos atrás y nos parezca increíble cómo la gente pasaba horas jugando videojuegos sin obtener ninguna recompensa económica.